La mitad de la población refugiada en el mundo a causa de las guerras, crisis climática, desastres naturales, hambre y violencias de toda índole son niños y niñas menores de dieciocho años. Esto es, una infancia vulnerable constantemente en tránsito. Los peligros sobre ellos crecen exponencialmente. Las organizaciones humanitarias que trabajan con la infancia y la juventud alertan de los riesgos crecientes en esos escenarios sin control: secuestros, explotación sexual, tráfico de órganos, el deterioro de la salud mental y física…